Una vez me preguntaron delante de tuya, qué es lo que más me gusta de ti. Quise responder con una gilipollez absurda, pero que a la vez fuera encantadora. No pretendía responder lo que cualquiera diría de ti. La cosas mas bonitas de tu persona emanan a través de tus ojos, explotan de risa dentro de mi pecho cada vez que tu boca las dispara. Lo que cualquiera respondería ante esa fácil pregunta sería muy fácil de responder, puesto que es todo aquello que te hace ser bella y genuina. Me gusta tu espontaneidad, tu personalidad sin filtro, eres pura, sin cortar, eres única. Eso diría cualquiera que te conociera un poco. Sin embargo, todo lo que me gusta de ti surge con la mezcla química de tu espíritu y el mío.
Lo que más me gusta de ti es que no me entiendes. No entiendes mis palabras ni mis elogios. No comprendes mis trivialidades ni mis preocupaciones. No valoras mis problemas como yo lo hago, quitándoles peso. Todo eso me hace sentir rebelde y que me enfrento a las situaciones como solo yo podría hacerlo.
Cuando me dices que me quejo demasiado me hace ver que sigo siendo el inconformista que era y que deseo seguir siendo el resto de mi vida. Te parezco irracional, ya que todo lo que hago y lo que suelto por mi tremenda boca no tiene sentido, solo para mi. Ahí me demuestras la preciosa locura que disfruto por no haber elegido pensar como cualquiera.
Me gusta de ti el odio que depuras hasta dejarlo escapar con una mirada de asco que decide el principio o el fin de una discusión que acabará en risas y en alguna torta despreocupada.
Lo que mas me gusta de ti es que no me entiendes pero te pareces mucho a mi, y con esto no digo que seas igual que yo. Me gustas y quisiera tenerte en mi vida todo el tiempo que pueda.
Lo mejor de ti es que haces sentir especial a la gente sin quererlo.
Virginia quiero que sigamos siendo buenos amigos, no tomes en cuenta lo que digo a veces porque es verdad que no tiene sentido, pero si no lo digo reviento.
No cambies nunca, aun que creo que es imposible.