Despertar en cama ajena sin compañía, a los ojos de un espejo que me escupe miserias cuando me reflejo. Mal aliento, sábanas sudadas, hambre, ganas de mear, ropa por el suelo. Quién fue la víctima a noche? Quién dominó a quién? Tal vez despierto sin compañía porque huyó de su propia cama, sin importarle que pudiera acabar en llamas. Tal está haciéndome el desayuno. Quizás está llamando a la policía. No se si era el o ella. No se si su belleza eclipsaba mi mente. No se cuanto pesaba. No recuerdo nada. Importa? Si no siento remordimiento alguno es que no importa. Aún a solas, preparo delante del espejo una bonita sonrisa y practico un «buenos días» en cinco idiomas diferentes por si acaso. Me ruge el estómago y mi conciencia. Les he vuelto a fallar.
En cama ajena, envuelto en llamas, con hambre de más, espero a que se abra la puerta. Desearía que fuera un extraterrestre para estar orgulloso de un polvo cósmico. Pero ante todo…buenos días.
