No es más de lo que ya te dije

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Dice el refrán que ellos solos se juntan. En el camino nos encontraremos. Será fácil saber quién eres, te será sencillo reconocerme. Juguemos al escondite ignorando el mal que habita.

La piedra de un muro que jamás encontrarás, perdido en el fondo de mis tripas. Allí nadie puede entrar. El muro que contiene lo inevitable. Deberás pasar por encima de mi cadaver.

La ventana de una casa en llamas por la que nadie mira, en el fondo a todos sentimos el morbo. Girar la cabeza hacia la ventana del vecino que vive en el bajo. Su baño junto al portal. Similar a pintar mi nombre por todas partes y sufrir las consecuencias del olvido.

No soy más que lo que escribo. No hay nada divino. El hambriento de ambición choca con mi realidad. Yo no tengo nada que alimentar. Ni si quiera yo conoceré mi propio éxito. Publicidad de uno mismo en formato digital. Le damos demasiada importancia a algo que nunca nos ha importado. Por eso la culpa tiene nombre y apellidos. La sangre tiene testigos. La comedia sigue su camino.

Allí nos encontraremos y podrás reconocer mi sonrisa sin alma. Como una centella, una carcajada, un ja ja. Sin más ánimo de lo alto que logre sonar.

Has llegado al lugar correcto, si lo que quieres es regocijarte en las marañas de mis pensamientos. Al rincon del enfermo de mente. Aquí no existe la censura y las palabras están camufladas, en realidad quieren decir otras cosas. Aquí la niebla es tan espesa que nadie puede saber lo que pienso en realidad. Un mar de palabras sin control del que nadie comprende ni una sola gota.

Pilla sitio en la tormenta, cuando el barco ya se está hundiendo. Es una autentica tragedia, pero aquí estamos riéndonos, totalmente conscientes de lo que nos ha tocado y sacado la parte cómica del auténtico desastre.

Somos un desastre en general, como humanidad. Un sistema demasiado mal montado. Como un castillo de naipes en la cumbre del Himalaya. Dime que no es gracioso ver como se lo lleva el viento mientras todo el mundo llora el desastre.

Ríete que estamos vivos, hijo de la gran puta. Estamos tan vivos que hay partes de nosotros que no controlamos, y sin quererlo estallan iluminando la habitación. Tan vivos que decimos cosas que no debemos decir sin importar que pase después. También somos lo que olvidamos, no lo olvides.

Que disfrutes la estancia.

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